TRADICIÓN Y GASTRONOMÍA: EL HORNAZO

   La fiesta del Lunes de Aguas se celebra cada año el lunes siguiente al de Pascua en Salamanca.
   Las raíces de esta fiesta tradicional las encontramos en el siglo XVI.
   En 1543 llega a Salamanca Felipe II, con tan sólo 16 años. Va a desposarse con la princesa María de Portugal en nuestra ciudad. Felipe tiene un carácter sobrio, religioso y poco dado a los placeres vanales y carnales, y observa con asombro durante los días de la celebración de su boda y los posteriores el verdadero ambiente de Salamanca. Se celebraron los actos de casamiento en la actual Plaza de Los Bandos (Se celebró en las Casas del Licenciado Lugo, frente a Santo Tomé); durante 5 días se sucedieron festejos de todo tipo: corridas de toros, juegos de cartas, justas y torneos, bailes y todo tipo de saraos de forma continuada.

   A Felipe le asombra que esta capital acoja en su seno el templo del saber que es su Universidad ( y al mismo tiempo, y sin conflicto alguno, el culmen del ocio, la diversión y el desenfreno sin límite. Hay en Salamanca por estos tiempos más de ocho mil estudiantes (como dato diremos que en el Madrid de aquella época había once mil habitantes) entre los que hay gentes de todo tipo, y que mueven además a su alrededor un complejo mundo de criados, mozos de cuadra, taberneros, prostitutas, curas corruptos, catedráticos rectos, lavanderas, amas de llaves, feriantes...
   Salamanca posee a la vez la primera y más antigua de las universidades y el mayor burdel de Europa (la Sodoma y Gomorra occidental). Coexisten Escuelas Mayores y Menores, patios de lectura, bibliotecas, tabernas insanas y lujuriosas y casas de mancebía.
   
   Felipe II, de actitud recta casi monacal, queda asombrado del espectáculo y decide que al menos durante la Cuaresma y Pasión es necesario guardar las formas.
   Promulga un edicto, según el cual, las prostitutas, perfectamente organizadas en la Casa de Mancebía, y dirigidas por el Padre Putas (su verdadero nombre, Padre Lucas, degeneró en este), debían ser trasladadas fuera de la ciudad, conducidas extramuros hasta una semana después de la Pascua, poniendo además como condición que ninguna sea osada de acercarse a menos de una legua de los límites de la ciudad so pena de sufrir gran castigo.
    Pasado el tiempo de retiro, las rameras regresaban a la ciudad; este día los estudiantes organizaban una gran fiesta, las calles de Salamanca se llenaban de gente y salían a recibirlas a la ribera del Tormes con gran estrépito y alboroto.
    Los mismos estudiantes se encargaban de cruzarlas en barca de una orilla a la otra del río; la fiesta solía terminar con una gran remojón colectivo, con los asistentes (prostitutas y estudiantes) completamente ebrios.
   Como obsequio, llevaban hornazo, que se quedaban comiendo a la orilla del río, a la vez que celebraban la vuelta a las aulas y la despedida del duro tiempo de ayuno de la Cuaresma.
   Actualmente, se sigue celebrando la tradición de salir a comer el hornazo, y se llenan de gente todos los parques y zonas verdes cercanas a la ciudad.

 El secreto del Hornazo son los ingredientes. El chorizo y el lomo son los protagonistas de todo hornazo que se precie, han de ser ibéricos y de gran calidad.
 Su elaboración debe ser principalmente artesanal, aunque la demanda de este plato está haciendo que se industrialice MICROMERCA LA FONTANA eligió un panadero que los hace de forma artesanal, la noche antes de su venta, y la mayor parte de ellos llegan calientes aún en el momento del reparto.
  Es un alimento tan bueno que se comercializa todo el año aunque la fecha típica sea esta, es fácil encontrarlo  en cualquier tipo de celebraciones, meriendas y aperitivos.

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